UNA CERDITA ENTRE CALAVERAS
Es cierto que siempre me gustó
Ir con niñas y niños
A jugar con las calaveras
En el Osario del Cementerio del pueblo.
-¡Qué macabros estos críos
Decían algunas ancianas devotas.
-¡Por san Blas de Güete¡
Exclamaban algunos ancianos
Que estáis jugando
Con las calaveras de algunos maquis
Que han sido asesinados
En la Serranía de Cuenca
Y quizás de algunos bandoleros
De la Andalucía profunda.
--Por el Santo, que no os hagan mal de ojo
Rezaban las ancianas devotas.
Yo no sé el porqué
Pero antes de entrar al Osario
Dábamos nueve vueltas
Alrededor del Cementerio
Que está en un sitio tan alto
Que nos cansábamos mucho
Y solíamos resfriarnos la garganta
Por beber agua fría sudando
De un manantial cercano.
-Por la noche a este manantial
Vienen a beber los difuntos
Nos decían los pueblerinos
Para infundirnos miedo.
A veces, bebíamos el agua fría
En las mismas calaveras
Como hicieran y obraron
Colón y sus secuaces
Y todos los reyes que en España
Ha habido.
Una tarde noche, pasamos un miedo atroz:
Una calavera que se dejó caer
Una niña con cara de cerdita
Quedando muy estropeada en el suelo
Así nos habló:
-Si no me dais un beso
No beberéis más de mí
Y os estropearé esa vuestra cara bonita.
Esa tarde noche
Salimos corriendo del Osario
Y del Cementerio.
Recuerdo que yo iba diciendo:
-Si de esta escapamos y no morimos
No quiero más calaveras
En mis manos.
Daniel de Culla